miércoles, 9 de julio de 2014

Nunca supe cómo vestirme:


Recuerdo muy bien cuando en mi primer año de colegio; siempre iba con el pelo amarrado en una cola y el uniforme me quedaba más grande de lo normal. Después de un tiempo hice un grupo de amigas, ellas ya estaban juntas desde la escuela, ¿y yo? Bueno, yo encajé perfecto en el lugar de la acompañante habitual de estudio que ellas necesitaban.

Una de ellas me enseñaba como maquillarme para esconder mis ojeras, la otra me enseñó a no maquillarme demasiado para no parecer muy interesada en lo que los demás pensaran, ambas me enseñaron la importancia de hacer "buenos amigos" y cómo más de 3 meses sin besar a alguien era una muerte en la vida social.

¿Y la tercera? La tercera se convirtió rápidamente en mi mejor amiga, nunca me impuso sus reglas, nunca me dijo cuanto maquillaje usar o cómo peinarme, nunca me habló de reglas de "novios o de besos", nunca me dijo que era más bonita lacia o colocha, nunca mencionó cómo mantener el interés de alguien, la otra me enseñó a mirar hacia el frente, a que muchas veces hacemos cosas para encajar, pero no necesitamos encajar, necesitamos simplemente ser quienes somos y alguien nos va a querer por eso, y que el 98% del tiempo cuando muchos nos quieren por algo que no somos, cuando dejemos ver lo mínimo de quien somos en realidad, la mayoría se va a dar la vuelta y nos va a abandonar.

Así es como crecí entonces, no me importa mucho el maquillaje, siempre me molestaron por tener el pelo indomable, como la melena de un león, nunca fui la más bonita de ningún grupo, ni tuve la cintura de Barbie o el abdomen de una modelo. Nunca aprendí a vestirme bien, nunca me gustaron los vestidos o las enaguas, me sentía más cómoda en jeans, camisetas y un par de tenis.

Quiero establecer que no por esto perdí mi feminidad, o me resigné a no tener novios o dar besos, he besado lo suficiente y he conocido a las personas correctas y también las equivocadas (MUY EQUIVOCADAS). Pero no por eso he dejado nunca de ser quien he sido.

No soporto la idea de tener que ser salvada por un príncipe azul, no soporto la idea de tener que enamorarme para vivir una vida feliz. No soporto la idea de un feminismo que intenta sobreponerse al machismo. Creo firmemente en que somos iguales hombres y mujeres. Creo firmemente en que uno no tiene más valor que el otro, creo firmemente en que los actos de coraje son igual de dignos y esperables de parte de un hombre como  lo son de una mujer.

Aprendí a amar mis ojeras, a salir al mundo sin una gota de maquillaje y ofrecer una sonrisa, aprendí a maquillarme también, a querer verme mejor una noche de vez en cuando, aprendí a amar a los que me rodean, porque uno nunca sabe cuando se dan la espalda, aprendí que existen pocos amigos, que existen muchos pequeños amores y aún no sé si, al menos para mí, existirá un gran amor más que el mío propio. Pero hasta entonces, creo que voy a lucir toda la ropa que nunca aprendí a combinar y bailar y cantar y reír, porque al final pulvis et umbra sumus.

No hay comentarios: